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Una piedra en mis manos... es un enigma, esencialmente materia, con un espíritu motor capaz de transponer esa materia y de movilizar mis sentimientos porque sólo yo puedo interpretar y sublimar la diferencia.

María Adela Pon


8 de julio de 2010

Unos jaspes... un recuerdo

  
    “Tal vez si volviera a ese lugar, esas piedras…” así fue mi consiga al final de Esas piedras, un lugar, un recuerdo...  y no sé si fue magia, misterio, esa mística, ese motor que moviliza los sentimientos que pudo trascender también más allá del tiempo y del espacio, porque de pronto… esas piedras estaban conmigo y no lo sabía,  las buscaba lejos y las tenía aquí, viviendo en mi casa, muy cerca de mí.
   A pesar del tiempo transcurrido desde que se fue... mi amiga Chiche sigue presente en mi vida cotidiana. Tal vez por eso un día... mirando los jaspes... esos jaspes encontrados en la orilla del Río Uruguay... que me acompañaban desde hacía un tiempo.... y pensando en ella... los sentimientos se movilizaron y los recuerdos se agolparon, las ideas fluyeron y las palabras en el papel se ubicaron así.




Quiero soñar...


Un día de febrero buscaste otro cielo,

dejaste este suelo, buscaste otro hogar,

tal vez en silencio rogaste un milagro

y Dios te dio alas… y echaste a volar.

Pasaron los días y … llegaron los jaspes,

tesoros encontrados a la vera del río Uruguay,

manos entrerrianas descubrieron su encanto,

y al acariciarlos pensé… ¡como ellos ... no hay!

Al contarme la historia de esas bellas piedras,

no imaginaban que para mí venían de un río especial,

quizás de lugares que enlazaban recuerdos de amigas

como el Salto de Méndez, o el Ñandubaysal.

Quiero soñar… que fue tu aliento que las llevó rodando

dejándolas allí, casualmente en ese lugar,

para que las encontraran y llegaran a mis manos un día

como un regalo que ese, nuestro río, me quería ofrendar.

Quiero soñar … que vos elegiste esas piedras,

para deleitarme con los paisajes dibujados en ellas,

y para invitarme a fantasear que son tus tapices

que esta vez bordaste con hilos de estrellas.

Quiero soñar…que tu espíritu trascendió su esencia

y que esos jaspes saben del regalo que me pueden dar:

que al contemplarlos en mis manos, vea tu sonrisa

y al apretarlos muy fuerte sienta… que te vuelvo a abrazar.


                                                                                 

                                                                                      Autor:  María Adela Pon



  

3 de julio de 2010

Esas piedras, un lugar, un recuerdo...




   Hoy mi amiga, me llevó al pasado, pero un pasado que se vuelve presente cuando yo quiero, y hoy…porque ella quiere, y esto de compartir lo que hace tantos años vivimos en unos días de verano es algo que sólo se siente, no se puede explicar; y cada vez que ese recuerdo aparece siempre se siente de manera especial, quizás porque hay amigos…

   “ Hoy es un día gris y melancólico, típico de los inicios del invierno. Mirando por la ventana, deleitándome con las flores que se resisten al frío, comienzan a aparecer imágenes y recuerdos… y ahí está nuestra común amiga, como siempre…sonriente y expectante a la ocurrencia…y entonces mi mente vuela, vuela…y de pronto se detiene en el último “mini verano” que pasamos juntas.

   Y, oh casualidad! Las piedras de la cascada del Salto de Méndez fueron protagonistas del encuentro. El agua, corriendo y cantando entre ellas, resultó un bálsamo para las tórridas tardes de Gualeguaychú.

   Como si hubieran estado estratégicamente dispuestas para nosotras, nos ofrecían, generosas, el más reconfortante hidromasaje mientras nos contábamos historias y reíamos estrepitosamente recordando anécdotas, personas, personajes…

   En la orilla, a la sombra de los árboles, los maridos preparaban las brasas para el asado…

   Cuando algo es tan bien aprovechado y disfrutado, ¡que importa si es lo último…! siempre estará la magia para desempolvarlo y volver a arrancarnos risas, aunque sea entre lágrimas.”
Ana María Latuf

   Y al leer estos párrafos los sentimientos comienzan a movilizarse…. aunque esta vez ese espíritu motor no está en una piedra que está en mis manos, sino en un montón de ellas que están en mi recuerdo…

   ¡Las piedras del Salto de Méndez! Lugar paradisíaco cuyos famosos saltos se forman sobre el río Gualeguyachú ; a orillas de ese río se encuentra la “ciudad de los poetas” como se la denomina a mi Gualeguychú natal, la ciudad de nuestros encuentros. Cómo no tener atados con hilos de añoranza río y ciudad si ahí están las raíces de nuestra amistad. Cómo no llevar en el alma prendido el reencuentro de ese día con esas cascadas si Ana y yo nunca más volvimos a verlas, tal vez porque nada fue igual para nosotras desde que Chiche nos dejó…para ir a vivir bajo otro cielo.

   Río, ciudad, historias de vida…, piedras que ayudan a evocar recuerdos, imposible perderme la oportunidad de traerlas imaginariamente al presente, para permitirle a ese motor que moviliza los sentimientos, que pueda trascender también más allá del tiempo y del espacio.
Tal vez si volviera a ese lugar, esas piedras…

                                                                                                          

                                                                                               María Adela Pon