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Una piedra en mis manos... es un enigma, esencialmente materia, con un espíritu motor capaz de transponer esa materia y de movilizar mis sentimientos porque sólo yo puedo interpretar y sublimar la diferencia.

María Adela Pon


15 de abril de 2013

Algo más que una poesía...



      Han pasado dos años desde mi último escrito en este blog… y hoy quisiera retomarlo. ¿Qué me impulsa a hacerlo?... unas palabras escritas en un mail por Isabel Grau  “ …le hago saber que nos trajo un renacer del amor a las piedras a todos nosotros” y  recibidas en ocasión de haber publicado ese humilde homenaje que realizara para su papá en Por si quedaban dudas… un 27 de abril de 2011, y que al releerlas me hicieron sentir que, así como mis palabras trajeron para ellos un renacer del amor por las piedras, las suyas trajeron para mí la fuerza para seguir escribiendo en mi humilde blog  y la determinación de no abandonarlo, porque siempre habrá alguien a quien contagiar esta pasión. Por eso, aunque haya pasado todo este tiempo sin hacerlo, porque también otra pasión insume mi tiempo: la de escribir sobre mi querido colegio el Instituto Cristo Redentor de Paraná donde ejercí la docencia durante 30 años,  hoy aflora en mí la necesidad de continuarlo.
   
    Entonces quiero comenzar donde lo dejé… pero con una inmensa alegría en el corazón, porque me comuniqué con Isabel para realizarle el pedido que no había podido hacerle a su papá y obtuve esta respuesta: “Bueno, ni dudarlo, su petición, no sólo está completamente en línea con el espíritu y acción de nuestro padre  sino nos honra que mantenga viva su fuerza y su memoria.  Gracias por eso. Mucho ánimo y suerte en sus iniciativas e inquietudes”.  Y esta es la poesía, su título… ya lo dice todo
 
Piedra viva


Te tengo en mi mano, pedazo de piedra,
gastados los bordes de tanto rodar
te miro y contemplo y mientras tu peso
empieza mi brazo a cansar,
se asoma en mi alma una suave idea
que en rústica rima te quiero cantar.

¿Cuánto tiempo hace que te desprendiste
de cantera ignota
dejando una herida sin cicatrizar?
El hueco está abierto,
aún sangra la roca
y a su hija piedra no puede olvidar.

Tus primeros pasos te llevan al agua
de un torrente hirviendo, sangre de volcán
temblaron los valles, rugieron los mares
emergieron montes y la tierra entera
se vistió de blanco.
El  blanco sudario del tiempo glacial.
Allí acurrucada entre nieve y hielo;
casi sin sentirlo, durmiendo quizá
pasaron los años, los  siglos y tiempos
hasta que los hielos besados de sol
lamidos de viento y ebrios de lluvia
cantando por ríos bajaron al mar.

Todas las amigas de tu larga infancia
se fueron jugando,
jugando a rodar
y tú, buena hija de las tierras altas
aquí te quedaste,
cerca de tu hogar.

¿Qué garras pisaron
tu estoica dureza?
Sólo yo conozco tu miedo pueril,
¡cómo te alegraste cuando un niño indio
te llevó en sus manos
dentro su cubil!

Espero con ansias que quieras contarme
todo lo que sabe tu vida sin fin
tu dureza pétrea esconde latidos de infinitos mundos,
materia que bulle, se mueve y palpita muy dentro de ti
trillones de átomos, protones y núcleos
en loca carrera de ir y de venir.

¿No es ese el secreto de tu entraña vida
no es mi mano acaso de materia al fin?
tan hermanos somos
que pronto tú estarás en mí
no será la mano que tome tu cuerpo
será mi cuerpo que volverá a ti.
Quizá sólo entonces lograré entender
tu alma, tu idioma y todo tu sentir.

Autor: Dr Juan Grau, Epílogo del libro “El mundo de las piedras preciosas”. Editorial OIKOS-

     Creo que no hace falta emitir ningún comentario… sólo hay que dejarse atrapar por las palabras… sólo hay que dejar que el mensaje fluya… sólo hay que esperar que llegue hasta lo profundo del alma con la misma fuerza con que fueron escritos esos versos por alguien que sentía pasión por todo lo que hacía, que conocía del tema y quiso dejar en ellos la síntesis de todo su trabajo: nada más ni nada menos que “…transmitir su irrestricto entusiasmo por las piedras-gemas”… sólo hay que mirar y sentir  “esa piedra” entre las manos.
     
    Agradezco profundamente a Isabel Grau que me haya permitido transcribir esa poesía que fue el motivo de nuestro encuentro vía internet. Emoción y sentimientos a flor de piel por haber podido tomar  contacto si bien no con su papá porque llegué demasiado tarde, pero sí con ella,  una de sus hijas de una sensibilidad especial, un sueño que nunca se me hubiese ocurrido que podría transformarse en realidad…  porque desde el encabezado, la influencia y el espíritu del Dr Juan Grau está y estará  siempre rondando sus páginas.
    
    Después de leer estos versos  ¿todavía quedará alguna duda sobre ese espíritu motor…?


                                                                                          María Adela Pon